Independientemente de las primas que se percibían por la generación
eléctrica en régimen especial a partir de combustibles a base de biomasa
(residuos o no) fruto de la avenida del RD_661/2007 (a cuyo entierro
práctico asistimos este verano debido a la aparición de la nueva
legislación eléctrica),
incluso de las primas a la cogeneración en fábricas de tablero, de celulosa o en cualquier industria donde se emplee la madera como materia prima, es el momento de hablar de la biomasa desde un punto de vista al margen de la especulación de la que se habla estos días.
incluso de las primas a la cogeneración en fábricas de tablero, de celulosa o en cualquier industria donde se emplee la madera como materia prima, es el momento de hablar de la biomasa desde un punto de vista al margen de la especulación de la que se habla estos días.
Es por todo el mundo conocido, que existe un debate sobre la idoneidad
de la existencia de las primas a las instalaciones adscritas al régimen
especial (cogeneración más renovables). Unos proclaman que se trata de
una manera de engrosar el llamado “déficit de tarifa” y los otros que se
trata del peaje para promover ciertas tecnologías para fomentar su
desarrollo, que de otro modo, hubiesen esperado décadas hasta toparse
con el rendimiento que ostentan hoy día.
Estos últimos, incluyen en sus tesis, la importancia de las sinergias
que ofrecen las renovables. Desde las medioambientales hasta las que
tienen que ver con la distribución de la riqueza o la tasa de empleo. Es
quizá donde los detractores de estas energías deberían desviar su
atención para lograr una posición de juicio más equilibrada que la que
requiere un banal examen sobre el origen de los costes eléctricos en
España. Como explicó Einstein, la velocidad de un objeto, siempre
dependerá del sistema de referencia desde el cual se esté observando.
Así pues, sólo se podrán medir justamente la idoneidad de las
renovables, desde una atalaya que permita contemplar todos los factores
que influyan en la vida cotidiana del ciudadano, sin sombras interesadas
que sesguen la información que este usa.
Sin lugar a dudas, en un lugar como Galicia (siendo este caso extensivo a
la cordillera cantábrica) donde se ubican las zonas más pobladas
forestalmente de la península ibérica, así como donde se convive con un
régimen de precipitaciones atmosféricas abundante durante todo el año,
la biomasa vegetal crece rápidamente y se regenera a gran velocidad un
año tras otro. Las grandes tasas de crecimiento forestal en Galicia de
especies como el eucalipto o el pino, son de dominio público, sin contar
con las de crecimiento de otras sin aprovechamiento forestal, como son
el “toxo” (ulex europaeus) o la “xesta” (osyris alba). Y con este
escenario se encuentra la administración anualmente antes del verano,
momento en el cual deberá sufragar las tareas de prevención de incendios
forestales (después de la fallida aplicación del D3/2007), y
posteriormente las de extinción, puesto que la plaga de los incendios
forestales llega puntual en cada periodo estival, si las condiciones
acompañan.
Es el momento en el cual el contribuyente, que mediante sus impuestos
sufraga los trabajos de vigilancia y de extinción, la creación de
cortafuegos, las horas de vuelo de los hidroaviones, y muchos conceptos
más (desgraciadamente hoy indispensables), debe dar un paso adelante y
preguntarse si su dinero está empleándose en la dirección correcta. Es
el momento de plantearse si los fondos destinados a prevención y
extinción de incendios forestales, debieran servir también para otro fin
mucho más útil, como la creación de una industria autóctona de la
biomasa, estructurada, con un fuerte consumo interno y con empleo
cualificado.
El año pasado, la Xunta desembolsó más de 100M€ en estas tareas
(prevención + extinción), diluyéndose todo este presupuesto en
combustible o en sueldos de empleos de baja cualificación, entre otros.
Este también es el momento en el que el ciudadano siente rabia.
Rabia porque cada año Galicia desperdicia miles de MWh de energía en
incendios forestales provocados, rabia porque nuestros bosques se queman
y los propietarios pierden sus ahorros invertidos en plantaciones,
rabia porque la fauna y la flora autóctona se destruyen…
Ahora bien, ¿cómo podríamos revertir esta situación? ¿Cómo podríamos
paliar sus efectos? La valorización de la biomasa es la respuesta.
La creación de una industria energética fuerte de la biomasa en Galicia en varias fases:
1ª Fase: Promoviendo la demanda de combustibles como la astilla y el
pélet, mediante la instalación de calderas de biomasa en lugares donde
sean rentables frente al gasoil y/ó el gas. Induciendo la proliferación
de district heatings en entornos urbanos (lugares donde las logística
del reparto de biomasa se complica), lo que facilitará la distribución
del combustible.
2ª Fase: El aumento de la demanda de combustible ocasionará que los
empresarios y emprendedores valoricen la biomasa y la oferten como
combustible. Se creará la necesidad de obtención de materia prima.
Construcción de fábricas de pélets, astillas, briquetas, etc. Amanecerán
posibles oportunidades de exportación (UK, Centro Europa, etc.).
3ª Fase: La administración deberá concienciarse, de que, creando unas
eficientes reglas de juego (subvenciones + legislación de montes), será
capaz de reducir las partidas dedicadas a prevención en términos de
limpiezas y desbroces, puesto que los montes aumentarán su rentabilidad,
y de esta manera su cuidado y limpieza. Además, podría promover la
creación de centros logísticos de biomasa, donde aglutinar combustible
procedente de los distintos trabajos forestales públicos, así como
privados, creando de esta manera sinergias y partidas de
autofinanciación. A modo de ejemplo, se podrían mantener en
funcionamiento muchas de las cuadrillas estacionales (estivales) de
extinción, ocupadas en tareas de limpieza y aglutinamiento de
combustible, incluso se podrán crear terceras sinergias (obtención de
compost, astillas para jardinería, etc). Incluso, quién sabe, podría
surgir un sustituto para un hipotético porcentaje de la carga de carbón
que consumen muchas centrales térmicas en España, pues la tecnología
para ello existe ya.
Siendo este un análisis impreciso y quizás desordenado, dado que no
tiene en cuenta ni la naturaleza de la biomasa, ni las condiciones de la
misma para valorizarse en calderas térmicas ó de cogeneración eléctrica
(ciclos Rankine, ORC, etc), y puesto que las fases pudieran coordinarse
cronológicamente paralelas, sí que aventura el espíritu que una
administración convencida y dinámica debería disponer negro sobre
blanco.
Aunque durante los últimos años han existido valientes apuestas por el
incremento de la presencia de calderas de biomasa para ACS y calefacción
en edificios públicos y privados (mediante subvenciones del INEGA),
aunque se hayan financiado instalaciones de fabricación de biomasa
(pélets y astillas), será necesaria la implementación completa de las
tres fases para lograr una industria fuerte, exportadora, creadora de
empleo y que se convierta en gran motor de recuperación de la economía
en Galicia durante los próximos años, ayudando a complementar al sector
primario e industrial, tan azotado por la crisis económica.
Sin embargo, en esta pequeña zona del noroeste de la península ibérica,
trabajadora, que ha exportado durante décadas la mejor mano de obra que
jamás disfrutará ningún país, hace falta valentía para convertir
“nuestro petróleo” en una realidad. Pero a su ausencia, en Galicia y en
España, estamos muy acostumbrados. Por desgracia.
Artículo publicado en Dínamo Técnica Nº12. Septiembre 2013.
Autor: José Mouriño Díaz. Ingeniero Técnico Industrial. Experto en
explotación de Energías Renovables y Cogeneración
[josemourinodiaz@gmail.com].
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